Es saludable y necesario que las vacaciones sean un tiempo de mayor flexibilidad, donde los niños puedan alejarse de la vorágine, las obligaciones y exigencias escolares.
En principio, como adultos, debemos comprender y hacer entender a los niños que las vacaciones implican un receso en las responsabilidades y no son precisamente un momento para llenarse de nuevas actividades, aunque éstas sean divertidas.
Es importante que desde temprana edad se les enseñe a organizar su tiempo “libre”. Jugar es la actividad principal de la infancia, a la vez que placentera y catártica. En ocasiones, durante el año hay falta de tiempo para el descanso y el juego espontaneo.
Este tipo de juego es aquel que surge por iniciativa propia del niño. Es una excelente vía para expresar sus sentimientos y realizar sus deseos. Los instrumentos que necesite y no estén a su alcance podrán ser reales mediante la imaginación. También puede, un adulto calificado para el cuidado de niños, sugerir propuestas basadas en sus intereses y orientadas a las exploraciones de habilidades y el placer de llevarlas a cabo.